Texto extraído de una conferencia del Dr. Fermín Moriano, discípulo de Hamer
Es el caso de una señora a la que se le ha diagnosticado un carcinoma intraductal de mama. Hay que quitarle la mama mediante cirugía. Es un bultito que mide un centímetro y está detrás del pezón, está muy alejado de la parrilla costal, sin embargo se le quita toda la mama. Le hacen una mastectomía total. Pero como pensamos en esa maldita célula que se puede haber escapado vamos a irradiar toda la zona porque de ese modo vamos a achicharrar no solamente las propias sino también las extrañas. Y después por si las moscas le vamos a dar quimioterapia lo cual la persona, que es mucho más fuerte que lo que la medicina se cree, aguanta. Y al cabo de cinco años, revisión periódica tras revisión periódica cada seis meses, le aparece una osteolisis. Una descalcificación de una vértebra o una descalcificación de la cabeza del fémur derecho. Se le hace una gama grafía ósea y esto basta para diagnosticar una metástasis de hueso. La pregunta sigue siendo la misma: ¿dónde ha estado esa célula durante cinco años ? Estamos hablando de una célula que salió hace cinco años de la mama y que ha aguantado cirugía, radioterapia y quimioterapia (estaría en el fondo del mar, metida en un cofre, aguantando todas estas historias) y al final, después de cinco años aparece en el hueso de la cadera y hace decir al oncólogo que la señora tiene una metástasis ósea.
"O después de 22 años como tengo yo un caso" dice el Dr. Moriano. "A los 22 años le aparece una metástasis. ¡Santo Dios! ¿Alguien conoce una célula que viva 22 años? Sin embargo esto que lo conocen todos los médicos no es para ni siquiera pensarlo. Solamente las neuronas viven desde el momento en que nacemos hasta el momento de morir. Precisamente el único sitio donde no se dan cánceres, es en las neuronas. Lo que pasa es que al no saber, la oncología está dando tumbos de un lado para otro. Hamer demuestra que esto es totalmente falso."
¿Y qué es lo que dice Hamer? En un proceso oncológico, cuando se tiene un cáncer, hay un momento en que se produce un shock altamente traumático hiperagudo que toma a la persona desprevenido y que es vivido en total aislamiento.
Es el propio diagnóstico y el proceso oncológico que vive el paciente el que va desarrollando metástasis. Así encontramos una mujer que hace miedo a morir porque tiene 32 años y le han diagnosticado cáncer. Al tener miedo a morir lesiona a nivel cerebral la zona que corresponde al pulmón y al cabo de dos meses tendrá una suelta de globos en el pulmón. Y el médico le dirá ¿ves como era verdad que lo que tenías en el pecho era un cáncer? Y no tiene una metástasis pulmonar proveniente de la mama. Porque además el intraductal de mama es un ectodermo y el pulmón es un endodermo, es un adenocarcinoma. Pero puede que esa mujer no haga miedo a la muerte y entonces no le sale nada en el pulmón. De allí el hecho de que las metástasis son imprevisibles (para los médicos). A esa señora de 32 años no le preocupa la muerte, lo que le preocupa es que tiene dos hijos pequeños en este mundo y que si ella se muere, sus hijos van a quedar abandonados y hace un miedo a dejar a sus hijos en la indigencia y esa mujer tendrá una metástasis hepática en el plazo de seis meses a un año. Pero puede que no tenga hijos y que aguante toda esta historia y que no haga metástasis en ningún lado. Le dirán entonces -lo hemos tomado a tiempo, quédate tranquila, no va a pasar nada. Te vamos a dar quimio y radio para nada, no se puede haber escapado una célula-. Pero a esa mujer la someten a un tratamiento de quimioterapia y además antiestrógenos que le van a quitar la libido. Esa señora va a perder su apetito sexual y tiene 32 años y un marido joven y entonces esa mujer al cabo de un tiempo sufre una tremenda desvalorización de sí misma en el terreno sexual.
Y esa desvalorización sexual afecta a la pelvis y como está en fase activa del conflicto y es un mesodermo perderá sustancia, es decir se harán agujeritos en los huesos. Al cabo de dos años a un médico se le ocurre hacer una gamagrafía ósea y encuentra esos agujeritos y le dice -tienes una metástasis ósea-. Eso ha ocurrido a los cinco años del cáncer de mama. La señora recibe el segundo diagnóstico como diciendo -ya no tengo escapatoria, si después de cinco años de estar luchando contra él me vuelve, aparecer ahora ya no tengo escapatoria-. Ahora es cuando hace miedo a la muerte y aparece la metástasis pulmonar. Lo más maravilloso de todo es que esto se puede demostrar en el 100 por 100 de los casos.
La cuestión es que no son las situaciones en sí las que crean los problemas sino cómo uno las vive. Uno es responsable de su propia enfermedad y lo que descubre Hamer es que la enfermedad no es un error de la madre naturaleza, que la enfermedad no es un fallo del cuerpo humano, del modelo, incluso que la enfermedad no es un castigo por nuestros pecados ni es una forma de penitencia. La enfermedad es un programa inteligente de la madre naturaleza encaminada a decirle a las personas -esta situación que estás viviendo y sintiendo no te conviene-. Hamer descubre nada más y nada menos que la Naturaleza quiere que seamos felices y que cuando vivimos y nos empeñamos en vivir una situación que va en contra de nuestra propia esencia, que va en contra de nuestra coherencia interior, se desencadena un programa a nivel cerebral que mediante la lesión de un órgano nos pone en aviso.
Hamer ha llegado a encontrar la relación causa-efecto de prácticamente el 90 % de las enfermedades. Figuran en una tabla de varias columnas, tipo de enfermedad, el conflicto que la produce, cómo evoluciona a nivel orgánico en fase activa del conflicto y cómo evoluciona a nivel orgánico en fase de solución y el foco de Hamer en el cerebro. Esta tabla es una máquina de hacer medicina.
Somos nosotros los causantes de nuestra propia enfermedad, no podemos echarle la culpa a otro. Se acabó eso de decir la naturaleza ha fallado en mí, la mala suerte, el castigo divino y ahora voy al médico para que me cure haciendo abandono de nuestra propia responsabilidad. En la medida que se resuelva el conflicto la enfermedad se cura y no hay tutía, y cualquier cosa que haga el médico no podrá curar si el conflicto está activo. Se acabó eso de ir al médico para que el médico resuelva el problema. Ahora el médico podrá dar las cartas de navegación. Dirá -la enfermedad viene por aquí-, lo que está tratando de decir es -cuando una persona está viviendo una situación indigesta está haciendo un cáncer de estómago y en este momento en la curvatura mayor del estómago se está desarrollando una masa tumoral en base acélulas hiperproductoras de ácido clorhídrico que se necesitan para digerir-. Mientras no se resuelva el problema y no deje de indigestarse con la situación ya se podrá quitar el estómago o cualquier otra cosa, pero la enfermedad seguirá adelante.
En las tomografías cerebrales nos encontramos por ejemplo con conflictos de pérdida. Un conflicto de pérdida de un ser querido afecta en mujer a ovarios y en varón a testículos, con conflictos de territorio que afecta a arterias coronarias, con conflictos de frustraciones de tipo sexual, con conflictos de desvalorización. Hay un completo mapa cerebral con los diferentes conflictos.
Nos encontramos con que si agrupáramos todos los tipos de conflicto del mapa cerebral nos encontraríamos con dos grandes tipos de conflicto. Los demás son matices de ellos. Dependiendo del matiz es el órgano que se ve afectado. Estos dos tipos de conflicto en los que cae el ser humano son conflicto de apego y conflicto de desamor. Y no hay más.
En el caso del apego por ejemplo un señor que tiene una fábrica y la fábrica se le viene abajo: contrariedad indigesta, contrariedad en el territorio, pérdida económica, se me viene todo abajo, ya no puedo más, ¿qué va ser de mis hijos?, chanchadas, pérdida de amigos.
En el caso de desamor nos encontramos muy a menudo con el conflicto de desvalorización. La desvalorización es un conflicto de desamor hacia uno mismo. Un conflicto de desvalorización intelectual afecta las vértebras cervicales y en fase activa del conflicto perderá sustancia (descalcificación) y en fase de recuperación habrá recalcificación y allí es cuando duele. Sólo duele en fase de solución. Para recalcificar el hueso se tiene que distender el periostio y eso es lo que produce el dolor. La desvalorización siempre se relaciona con los huesos y tiene múltiples matices. Si uno retoma la Biblia, allí se nos dice que somos templo del Espíritu Santo pero no lo hemos creído. ¿Y quién mantiene el templo levantado? Las columnas. Y cuando uno no se cree que es el templo del Espíritu Santo se dice que es una porquería, que no vale para nada, que no soy capaz, que a mí Dios no me quiere, etc. Se está atentando contra las columnas del templo. Y como esta es una situación en la que entramos y salimos con mucha facilidad se genera una artrosis. La artrosis es un conflicto activado y desactivado. Cada vez que desactivamos recalcificamos, cada vez que activamos descalcificamos. Es durante la recalcificación (desactivación del conflicto) cuando se produce el dolor.
La columna dorsal es afectada por un conflicto de desvalorización de la personalidad, Y así seguiríamos: el hombro derecho por la pareja, el hombro izquierdo por los hijos, la cadera derecha es no poder con una situación. Y todo esto se cumple en el 100% de los casos.
La desvalorización afecta a huesos, músculos y ganglios. Del matiz de la desvalorización depende la zona del cuerpo en la que va a aparecer el conflicto. Los ganglios linfáticos son conflictos de leve desvalorización de sí mismo. Los músculos se ven afectados por una moderada desvalorización de sí mismo y los huesos por una gran desvalorización de sí mismo.
Los ganglios linfáticos son un mesodermo que en fase activa del conflicto pierden sustancia y entonces tenemos una persona que tiene una leve desvalorización de sí mismo por ejemplo un conflicto de territorio (su casa, sus posesiones, su trabajo, incluso su territorio afectivo). Al perder sustancia se hacen agujeritos en el interior del ganglio, se convierte en un queso gruyère. Esta situación no da sintomatología ni puede detectarse por radiografía y no vamos a ir al médico a que me saque algunos ganglios para verificar esto. La fase activa del conflicto pasa desapercibida. Al producirse una revalorización comienza la etapa de solución. La orden cerebral ante el conflicto resuelto es que se rellenen los agujeros. La única manera de rellenar estos agujeros es generar material extra y se produce un edema. Vamos al médico que decide sacar un ganglio y se encuentra con células en reproducción y el diagnóstico es linfoma de Hodkin. Justo cuando se estaba curando. El médico dice que como estas células en reproducción son malignas hay que sacarlas y por lo tanto establece un tratamiento con quimioterapia. Pero el cerebro siempre gana. ¿Cómo codifica el cerebro esta agresión? La codifica como agresión: -no me dejan curar-. El cerebro no sabe en qué facultad estudió el médico, no sabe de las buenas intenciones del médico. El cerebro codifica los hechos: -si estoy mandando una orden de rellenar agujeros y un gracioso me mete quimio para evitar que las células se multipliquen debo dar una orden de aumentar la producción de células-. De ese modo estamos jugando al gato y al ratón. ¿Qué hacemos con un linfoma de Hodkin? Pues nada, tranquilos. Después de seis meses ya habrá pasado todo.
Acerca del Tabaco.
El tabaco es un tóxico y ya hemos dicho que las leyes de Hamer no se cumplen en estos casos. Aquí no hay conflicto de Hamer. La nicotina y el alquitrán son tóxicos directos sobre los bronquios y eso más tarde o más temprano termina en una bronquitis crónica obstructiva. Lo que nunca puede producir es cáncer. Pero sin embargo este paquete de cigarrillos, puede producir cáncer de pulmón. Tiene un texto que dice -Las autoridades sanitarias advierten que el tabaco puede afectar seriamente la salud- y en otros dice -las autoridades sanitarias advierten: fumar provoca cáncer-.
Esto es mentira. A un señor padre de cinco hijos le están diciendo continuamente -papá no fumes, papá no fumes...- Una mañana se levanta y como tiene una bronquitis obstructiva y las secreciones pulmonares se remansan por la noche ya que los cilios de los bronquios no pueden moverse libremente por acción del tabaco, tiene que provocar la tos matutina del fumador para expectorar. Pero como tiene una irritación continua de la faringe por culpa del tabaco tiene las venillas a flor de piel y un día al expectorar explota una venilla y cae en el lavabo un esputo con sangre. Entonces el hombre dice: -zás, ya está aquí, me lo agarré-. Es un shock psíquico, altamente traumático, que lo agarra mal parado y lo vive en aislamiento por que se asusta y calla. -No voy a ir al médico, para qué, mira que me lo han dicho veces...- y está noche y día dándole vueltas al tema y tiene la mala suerte que a los tres días se repite el esputo con sangre. Tarda tres meses en ir al médico. Tres meses que vive con una angustia de muerte. Cuando va al médico tiene ya un nódulo pulmonar, un adenocarcinoma de pulmón. Si hubiera ido el primer día no le hubieran encontrado nada. Fue el miedo a morir lo que le causó el cáncer de pulmón.
Extraído de una conferencia del Dr. Fermín Moriano
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